La Siesta del Fauno. (Reminiscencias)
Por Pavel Guzmán
#1
Durante la primera noche pasó lo que suele pasar en todo cuando el algo es nuevo y a desgarrado con su lanza de frescura el pasado por los suelos. Los lugares comunes. Por ejemplo una luz tenue que viene de la mesa a la derecha de la cama y se derrama en la cabeza de Claudia, que juega en su boca con su sexo. Allá afuera llueve, el vidrio de la ventana del lado izquierdo atestigua con humedad el hecho. "Aquí adentro voy a pasar el resto de su tiempo", piensa Rodrigo mientras, sobre ella, come con la boca la luna de sus pechos. Primavera tibia, cerezos color piel, ritmo, caderas, piernas extendidas apuntando al cielo. Un instante de muerte. Calor, besos.
"La verdadera habilidad consiste en usar el hueco de la mano, mira, así" Se abre una botella de cerveza, de vidrio verde. Claudia ríe. "Voy a aprender a hacer eso y lo voy a hacer mejor que tu". Enciende un cigarrillo con algo de nervio. Lo termina en silencio, está tapada pero no tiene pena, se levanta, se pone la camiseta de largas mangas que tenia su hasta, hace minutos, amigo y camina a la ventana. Su mirada está perdida y sonríe pero Rodrigo no lo sabe y aunque se lo imagina su confianza aun es pequeña y le va a preguntar algo pero ella corta el aire. "Prométeme que no va a cambiar nada entre nosotros". "Lo prometo". Hay un baño cerca con una silla frente a la puerta donde está su cartera, sus llaves y el bolso de ella. Se levanta, la abraza por la espalda en contemplación y sus brazos son brisa y sus hombros una silla para sentarse a aprender las verdades. "Vas a ser los espejos de agua en el palacio mental de mis recuerdos." La deja ir al baño. El vuelve a la cama con su torpe desnudez. La espera, se mete bajo la sábanas, hacen el amor por segunda vez y se quedan dormidos.
#2
El coche está apagado, pero aun hay música en la radio. No se han quitado el cinturón de seguridad, a manera de ironía inconducente, porque dejarse ir libera y porque nada es capaz de alterar el curso de una colisión cuyo combustible es la verdad. En una mirada lo admiten y suben en silencio al cuarto, el detrás de ella, siempre en contemplación. Ver a alguien delante de uno trae consigo, aunque no siempre, esa capacidad de ceñirse de la cuerda del recuerdo con la que se quiere atar a lo que de otra forma es intrínsecamente etéreo, temporal. La puerta está abierta.
Si hubiera podido ver su rostro, al entrar, Rodrigo se habría percatado de la leve expresión de satisfacción de Claudia por encontrarse de nuevo con la familiaridad de los muros. De la cama, de la mesita de noche, de la ventana y del sonido de la lluvia. De la silla de la esquina y hasta del ruido de dejar su bolso y poner una botella de cerveza sobre el falso mármol de la mesa de la entrada. Claudia al fin voltea y lo ve fijamente. Ya han sentido esta carga eléctrica origen de todas las tormentas. Pero uno nunca se acostumbra del todo a todo, ni a tomarse las manos y entrecerrarlas, ni a abrir la boca para fundir el hierro de sus intermitencias en un beso. Rodrigo es paciente. Claro que quiere empujarla a la cama y arrancar sus ropas. El hombre es un animal de hábitos. Pero lo que él quiere es ser el habitante de todas las mañanas de aquel mundo. De su mundo, de su despampanante, desordenado, explosivo, metafísico y solitario mundo. Así que es paciente y se limita a reaccionar ante las derivas sutilmente plácidas de Claudia, quien esta noche va mas vestida de la niña que sigue temblando antes de ser mujer, que adornada del templo de sensualidad que en realidad es. Luego en un parpadeo, los momentos se concretan confundidos, en otra revelación. El agua reposa.
#3
El baño se encuentra otra vez del lado derecho de la cama, si se mirara de frente. Claudia al ver que por puerta tiene un panel de cristal templado, sin mucho trabajo ornamental y sobre todo sin nada que impida revelar el contenido de la habitación que protege, la cual ahora vacía no carga pena pero que cuando la cerveza se cobre la cuota de la que le platicaba la abuela, se acuerda de la abuela. Y se sorprende porque en semejantes condiciones uno no esperaría tanto de la auto conciencia. "La cerveza es prestada" Decide dejarse llevar por la situación porque después de todo a eso se viene a estos lugares y porque esta noche Rodrigo ha comenzado por besar delicadamente la base de su cuello.
"Bueno en realidad hace tiempo que te veía", dice Rodrigo. ”Es decir, siempre hay una primera vez para todo y pensé "Si está mujer me hace caso, le voy a callar la boca a medio colegio de San Martín, generación 95-98"" Claudia ríe. Ah! Cosificándome para tu tema proustiano y yo tan inocente queriéndote agradecer que desatascaras la copiadora!" Rodrigo tiene la cara en blanco porque no sabe que responder a la mitad de un enunciado que solo comprenderá años más tarde y porque inmediatamente después se escucha una risa que en lugar de paredes pareciera atravesar el tiempo. "¿Qué fue eso?" Ella toma su rostro y rápido va hacia sus labios. "Alguien en otro cuarto tonto. Que creías que somos los últimos oficinistas infieles de este lado del río?" Rodrigo la besa sin mucho interés y se levanta con la grávida desnudez de una pena que parece venir mas allá de un sanitario sin resguardo. "Perdón...Rodrigo. Rodrigo..." Claudia suspira. Y su pesar es tan genuino, que voltea a ver la espalda de Rodrigo a través del cristal y el ruido de su orina le parece real. Reconfortante.
#4
"Soñé que estabas ahí y no podías reconocerme. Que mi rostro no te era familiar. Sufrías de proso... puta, prosopo... El otro día lo escuché y ahorita me voy a acordar. Claudia pretende estar dormida y casi no puede resistir darle la respuesta correcta pero no quiere interrumpir el momento. En fin, trabajabas en un café con terraza exterior a la vuelta de la calle que da al parque donde, no sé si estoy confundiendo las historias, pero en ese parque que te digo solía llevar a los perros de mi... de... fue antes de casarme. Fue hace mucho. Pero trabajabas ahí y entonces pasaba a verte todas las tardes, pero no lo sabías..." Rodrigo se queda callado unos instantes. Se sienta en la cama, escucha la lluvia, se concentra en la lluvia. Quiere verla a los ojos para presumirle la lección que soñando se enseñó a sí mismo, pero no quiere perturbarla. Camina hacia la ventana dejando atrás las sabanas y cuando va a subir la persiana afanoso de la naturalidad que no colma en su cabeza el rítmico goteo, la voz de Claudia lo interrumpe. "Nunca... “Nunca dejaré que te disuelvas en la multitud”, completa Rodrigo la frase, mientras ella la susurra en medio de una mueca mojada de nostalgia mientras hace escapar un aire que exhala y vuelve a su pecho cortado en pequeñas melodías. Cierra y abre los ojos, ya no hay ventana. Queda su rostro. Queda su mano en su rostro. Queda su mano izquierda en su rostro. Queda su mano izquierda en su rostro que se inclina atrapándola contra la clavícula, hueso fino, tejido terso de los tiempos a contra luz arriba los dos de la terraza del palacio que existirá al norte de la ciudad, 8 años después. El Fauno camina sobre el aire hasta el piso 30 y observa.
#5 Repetición. Localizar el primer recuerdo y repetir en secuencias aleatorias los...
Se queda dormido. Claudia, desnuda, se tapa y se da la vuelta. No parece estar dispuesta a no ser escuchada. Rodrigo prepara otro trago. Usa 3 hielos sacados de un lugar poco leal a cualquier norma de uso común, como la construcción de lo que habrá de ser este recuerdo : Detalles desordenados elegidos a fuerza de narrativas temporales. Repetición. Localizar el primer...
Toma el vaso Claudia. Hace una broma y estrepitosamente Rodrigo la arroja a la cama de vuelta, pero Claudia tiene tanto control del espacio-cuerpo que. Nota al pie : ¿Y si hubiese sido el espacio-tiempo? No, nota al pie número 2 : ¿y si hubiese sido el control de sus impulsos? ¿Cuánto se necesita cambiar los hechos del pasado para alterar la concatenación que se vierte violenta en el hoy de este aleatorio, predispuesto, seleccionado ayer?
¿Lo hubieras querido? No lo hubieras querido, cobarde voyerista. Este envalentonamiento lo hubieras exhibido pero para cuidar de su corazón. Se lo rompiste, le rompiste el corazón. No era una pieza de museo y lo llevaste todo a una contemplación deshonesta de piezas exóticas en el Orsay. "Clau, mis churros calientes del Ginés, mis totopitos con salsa roja, déjame cuidar de ti y te prometo que siempre..." "No! No dijiste nada de eso carajo!" Rodrigo se levanta asustado y voltea a su lado derecho, siente un miedo potente, paralizante, regresa su rostro lentamente y ve unas manos que lo sostienen. Están frías. Es forzado a observar un rostro arrugado elegantemente por el flujo de los eventos que habían de tejer los días en meses para construir siglos. Tiembla. Tiembla. Ese grito ¿de dónde viene? esta mujer ¿quién es? "Mi amor, mi amor, calma. Calma. Se presente, soy tus espejos de agua, hoy es hoy."
#6
Si la casa se construye sobre
Robustos túneles de agua
A fin de evacuar la mierda diaria
De los matices coloreados
Hay que cuidar siempre que el sistema
No se vuelva pestilente
Hay que establecer un método de verticalidad para
Sustentar el muro de sostén angular
Y volverlo resiliente.
Resiliente al agua constante
Consistente
Por que en cuestión de tiempo y por diseño
El raudal desde ese sistema de melódicos metales
Colmará los espejos de agua
Del palacio mental de tus recuerdos.
#7
Entran a la habitación, han estado ahí. Rodrigo lo presiente ya como una victoria, como si eso fuese a liberarle de las cadenas que asume pero que no sabe comprender. Y si esta fuera la respuesta entonces que el tiempo entierre la daga, y que duela para que florezca aquello que haya de florecer. ¿Liberarse de dónde? O ¿por qué? Por todas las mañanas que crearan la cadena de eventos de antes y después de esta noche. Asi es el tiempo en la memoria de El Fauno. Y así lo quiere. Así lo ejecutó en este ejercicio de 30 años. Concatenado.
Rodrigo reflexiona sobre esto mientras las manos de Claudia recorren pacientes los meandros de su masculino cuerpo. Lo recuerda así : espalda ancha, brazos gruesos, cuello largo y fuerte. Ojos negros. Su boca es manantial. Las pupilas se humedecerán más tarde pero ahora otros rincones quedan cálidos y abiertos, y solo hay tiempo para amar. Rodrigo se distrae, o lo pretende, de sus tribulaciones de thriller existencial, y se permite a su vez llevarla con suavidad a la cama. La lampara que había en la mesita de noche ya no está. Tampoco la mesita y el baño esta del lado izquierdo. ¿Llueve? Siempre llueve. ¿Qué repetición es esta? Rodrigo comienza a comprender que revelarse significa alterar los tejidos de su dudosa existencia. Después de todo solo es un disparo de otro ayer. Un destello en la oscura prisión de la desmemoria. Pero eso ahora no importa, si a de acabar que acabe así. Hacen el amor por primera vez. El presente documento es prueba irrefutable de esa fundadora verdad. El Fauno mueve una de sus manos hacia el centro de su cuerpo.
Su silla hace crack y Rodrigo se levanta. Claudia a estas alturas sabe que sabe pero ¿Cómo podemos saber que es la primera vez que sabe? ¿Y si otras veces fue él quien la tuvo que reconfortar? ¿Y si se repitiera sin caducidad hasta dónde converjan finalmente todos los momentos del fauno, aquellos lúcidos, aquellos de los terceros planos? Ella medita, ahí desnuda, viendo como Rodrigo está de pie y observa fijamente la silla de la esquina. Un crujido lo hizo levantarse y bebida en mano, sin voltear a verla le dice :
Mi amor, no te alarmes. Pero hay alguien sentado en esa silla de la esquina.
A Claudia le gusta mucho que le haya dicho "Mi amor".
#8
Esto es lo que puedo observar : No hay nada. La habitación está vacía. ¿Cómo sé que es una habitación? ¿Por qué no pudo ser la sala de la casa materna o las escaleras de emergencia subiendo desde el vestíbulo de la oficina, donde la veía fumar a escondidas después de la hora de comida? Pero eso habría sido antes de este primer momento. Es verdad : Le hice el amor en mi cabeza en esa escalera pero solo en mi cabeza alcé su falda y la hice apoyarse contra el barandal y esta noche en cambio se trata de recordar en que momentos se fijó el hecho, aquel hecho que no pudo solo estar en mi cabeza : le enseñé a abrir una botella de cerveza con un encendedor haciendo palanca en el hueco entre el pulgar y el indice de la mano. Esa parte no la reconstruí. "Aparece la botella". Ahí está la botella. Sobre esa mesa. "Aparece la mesa". Llovía. Tiene que haber una cama. En la mesa de al lado está un teléfono. Ella lo usa para pedir de comer. "Aparece la cama y el teléfono pero es una silueta o tiene un color asignado en función de otro recuerdo. Beige." Hola, si, una ensalada de atún, unos nachos con queso y 4 cervezas. Oscuras. Bohemias oscuras. Gracias. No estoy seguro que lo haya descrito de esa manera pero estoy seguro que sucedió. Ya habíamos hecho el amor. Una de esas cervezas la abrirá con el truco que le enseñé. Aprendes rápido. Aprendes rápido! La habitación ahora está semi vacía. No sé como es tu habitación y si lograste lo que deseábamos y la mayor se llama Lourdes, no sé si eres yo o eres ella. O alguien más a quien le conté esto aunque es lo menos probable, no tendría detalles como la sensación de hacerle el amor a Claudia, a Claudia, a Claudia. Pero estás sentada o sentado en la esquina. La habitación tiene más cosas que no puedo palpar pero tu puedes visualizar. Estoy desnudo y tengo frío : Hazlas aparecer. Este palacio parece un laberinto. Debe ser acaso tu vejez de fauno.
#9
Si esto termina... Cuando esto termine... Quiero decir, lo que más voy a extrañar de vivir es vivir. Somos solo este confinamiento Claudia, la vida está en otra parte. Chinga tu madre tu y Kundera, dice Claudia y se echa a llorar. Nada o cada vez menos. Pero hacen el amor en close up para imitar la vida.
#10
Ahora nada. O una marcha consistente hacia la nada. Pero flotando, sin tocar el suelo. Si el mundo es un centro que en todos lados presencia tu búsqueda de su circunferencia, entonces tu experiencia está limitada a los instantes que puedas recordar de esa Ítaca física. O interior. Años contemplándolo todo como una pequeña presencia, ahora al final, El Fauno lo ha entendido.
El terror invade a Rodrigo. Claudia es una mujer con un plan. Quítate la ropa y usa tu mano derecha para tapar mis ojos Rodrigo obedece. Claudia hace lo mismo mientras El Fauno suspira. Y ahí están, los dos desnudos y de frente, tapando sus ojos con la mano del otro, vulnerables. Usan su mano libre para comenzar a masturbarse. Los dos ríen. El Fauno ríe, con los pulmones de extrema unción. Esto no fue eso de ahí, es una situación absurda. Pero es nueva. Y la novedad es un animal que El Fauno había desterrado de su reino de millas premier y claves bancarias cuando perdió el suave calor del alma que le bordaba su propia alma. Asi que lo agradece. Y ríe. Y Rodrigo y Claudia ríen y jadean y respiran rápido. Y El Fauno acompaña. Siempre hay una última vez para todo, Clau. Ganar es determinarla nosotros mismos.
Las cosas se aceleran en los dos cuartos. Fluidos corren en ambos. Te amo. Que el cuerpo se aferre a la vida es un acto a la vez de egoísmo y de rebeldía. Los dos se quitan la mano y comienzan a ver y se enamoran inmediatamente. Siguen millones de años.
#S/N (Este pasaje no tiene número).
Vulnerables y libres, contemplando las lindes de la perfecta esfera de Dios.
"Prométeme que no va a cambiar nada entre nosotros". "Lo prometo".
#11
Hay un baño cerca con un sofá frente a la puerta donde está su cartera, sus llaves y el maquillaje de ella. Se levanta, la abraza por la espalda en contemplación y sus brazos son brisa y sus hombros una silla para sentarse a aprender las verdades. "Vas a ser los espejos de agua en el palacio mental de mis recuerdos." La deja ir al baño. El vuelve a la cama con su torpe desnudez. La espera, se mete bajo la sábanas, hacen el amor por tercera vez y se quedan dormidos.
Durante la primera noche pasó lo que suele pasar en todo cuando el algo es nuevo y a desgarrado con su lanza de frescura el pasado por los suelos. Los lugares comunes. Por ejemplo una luz tenue que viene de la mesa a la izquierda de la cama y se derrama en la cabeza de Claudia, que juega en su boca con su sexo. Allá afuera llueve, el vidrio de la ventana del lado izquierdo atestigua con humedad el hecho. "Aquí adentro voy a pasar el resto de tu tiempo", piensa Rodrigo mientras, sobre ella, come con la boca la luna de sus pechos.